“Para lograr excelencia no basta la pasión: hace falta Leidenschaft —estar dispuesto a sufrir por lo que amas—.”
Ricardo Salas, egresado de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad Iberoamericana (generación 2009–2014), es hoy director adjunto y director comercial de Haathee, empresa mexicana de tés e infusiones que cofundó junto con su hermano Javier. Desde su planta en la Ciudad de México, producen para marcas de alto volumen y, al mismo tiempo, impulsan una marca propia que empieza a abrirse paso en el retail nacional.
Su camino no fue lineal. Antes de emprender, Ricardo se fogueó en medios: condujo noticias en televisión (Excélsior TV), hizo locución de radio y realizó traducciones en vivo. En 2016 emigró a Alemania para estudiar una maestría en Políticas Públicas y, a su regreso, impulsó un bootcamp de ciencia de datos y robótica educativa. La pandemia frenó ese proyecto, obligándolo a replantear el rumbo.
El punto de inflexión llegó en 2020, cuando junto con su hermano identificó la oportunidad de fabricar tés en México. Compraron su primera máquina envasadora y pronto comenzaron a maquilar para una transnacional del sector alimenticio. Ese cliente les dio flujo para lanzar su propia marca. “Aprendimos que un negocio tiene mejores probabilidades cuando primero tienes al cliente y luego escalas el producto”, resume.
Hoy, la empresa combina manufactura para terceros con la expansión de su línea propia. En 2025 arrancaron su “año de retail”: colocaron producto en cadenas de supermercado y ajustaron la operación a las exigencias del canal —plazos largos de pago, promociones, logística compleja—. A pesar de los desafíos, las ventas han crecido año con año y el equipo, integrado en un 75% por mujeres, se consolida con una cultura de mejora continua.

Sobre la Ibero, Ricardo destaca el sello jesuita: curiosidad, pensamiento crítico y ética de trabajo. “La Ibero me enseñó a cuestionarlo todo. Esa mentalidad te prepara para liderar proyectos, asumir responsabilidad y poner a prueba tus mejores ideas —incluso aceptar cuando te equivocas—.”
A quienes están por elegir carrera o sueñan con emprender, comparte un consejo directo:
“Empieza pronto. Emprender de los 20 a los 30 te curte para que en la siguiente década construyas con enfoque. Rodéate de gente que te complemente —alguien operativo, alguien comercial— y ten visión: una imagen clara de dónde quieres estar en cinco o diez años. La motivación va y viene; la disciplina te mantiene en movimiento.”
Para Ricardo, levantar una fábrica “a punta de sangre, sudor y lágrimas” es la prueba de que en México sí se puede crear industria con propósito: desde comprar insumos a productores nacionales hasta diseñar empaques y estándares de calidad competitivos. “El país necesita más emprendedoras y emprendedores que generen empleo y competencia sana. Ojalá más estudiantes se animen a construir empresas —aunque duela—; vale la pena.”

